martes, 27 de agosto de 2013

Patri en Historias susurradas

Leer en el sitio

Son pocos los escritores que, más allá de la empatía que puedo sentir hacia sus personajes, me permiten traspasar el papel y ponerme en su piel con una intensidad abrumante. Es así que, cuando empiezo una novela de Ángeles Ibirika, tengo presente que el voltímetro de las emociones va a alcanzar niveles impactantes.

Su cuarta novela no ha sido menos. Fiel a su estilo nos encontramos con una historia escrita desde el corazón pero, a la vez, distinta a las anteriores. En esta ocasión deja atrás el romanticismo más puro y ofrece la cara más amarga del amor: la pérdida, el dolor, el sufrimiento por relaciones rotas pero también la esperanza y la gratificación del perdón. De esta manera refleja la dificultad de las relaciones familiares; como la que atraviesa Kaiet con su padre.

Él es un hombre enamorado;  de su vida pasada, del recuerdo de su esposa fallecida y la madre de su hijo. Tras diecisiete años alejado de su casa, lo último que pensaba hacer era regresar y reencontrarse con su padre y sus amigos de la infancia, pero el pequeño Iker necesita recuperarse y saber que tiene más familia.También él, aunque no cree ni quiere solucionar lo que un día le llevó a huir y buscarse la vida por sí solo. Pero es allí, mientras hace frente a un pasado que todavía duele y un presente aún más incertero, donde empieza a atisbar un nuevo rumbo para su vida y quizás una segunda oportunidad de la mano de Maddi. La que fue su compañera de juegos, la dulce, sincera y decidida amiga.

A pesar de lo que pueda aparentar la portada, la voz principal en la historia es la de Kaiet. Ibirika siempre destaca la figura del protagonista masculino, no obstante, el resto de personajes tampoco dejan indiferentes; el entrañable padre, Gabino, el adorable Iker y su perro Pintxo, su tía Amara... del primero al último.

La ambientación, exquisita, es otro de los puntos a destacar. La elección de escenario ha sido todo un acierto, y lo mejor es que no hay que ir demasiado lejos para encontrar Bermeo, un pueblo marinero lleno de encanto que mantiene sus tradiciones, una de ellas la pesca como oficio. Su pluma nos describe los diversos parajes que incluye, cautivantes como San Juan de Gaztelugatxe, pero de forma tan envolvente que se se puede apreciar hata la brisa salina.

Independientemente de que hay novelas que calan más que otras, cada una de ellas me ha gustado y me ha sorprendido, porque cada trama es distinta, sin clichés ni repeticiones. En esta encontramos una introducción más narrativa y, a mi parecer, un enfoque más sentimental que los anteriores, pero en mi caso, que tengo predilección por estas, es un lujo.

En definitiva, "Días de lluvia" ha sido una delicia de lectura: sencilla, intensa, con personajes reales y cercanos, y lo mejor, repleta de páginas emocionantes que describen sus inquietudes, errores y alegrías teniendo de telón de fondo el mar de Bermeo.
"Ella era para él como los días de lluvia, con su pasión arrebatada y también con su dulce melancolía."

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